Navegando por el Estigia

Cerbero nos da paso y Caronte nos espera. ¿Traes tu moneda en la boca? Aquí, en el Hades, la vida es más tranquila. Los pensamientos fluyen, locos, sin principio ni fin, sin pies ni cabeza, bastante tienen con guardar la compostura al otro lado de la morada.

miércoles, mayo 05, 2004

Si Luis Pasteur levantara la cabeza no sé si se volvería complacido a su rincón de descanso o si, tal vez, deseara volver a lo terrenal para convertirse en experto informático. Así las cosas.
Nuestros ordenadores sufren las consecuencias de los que saben, de los que no se rinden ante el paso, cada vez menos firme, del gigante, pero pasan por alto al pequeño usuario.
Sasser, del que ya están pululando tres versiones, ha tocado la puerta de algunos de mis amigos. Reconozco que, como bien dice el refrán, gato escaldado del agua fría huye, así que yo, por mi parte, no le di la oportunidad de que se presentará en mi dintel.
La primavera, parece ser, nos afecta a todos, y los bacilos binarios comienzan ahora una frenética actividad. Si la tercera semana del agosto pasado ha querido llegar a los anales como la más "negra" de la Red, ahora hay quién se ha propuesto quitarle el título.
Pero la diatriba no está tanto en quién o cuando se hará con los honores, sino en a costa de quiénes. Los hackers alegan que su único propósito es demostrarle a las grandes corporaciones, veáse Microsoft, no hacen falta más ejemplos, que no ponen todo el cuidado que deberían en sus productos, que sus agujeros de seguridad son tan grandes que cualquier elefante puede pasar por ellos, con circo incluido. Pero Guillermo Puertas pasa de todo, y cada dos por tres se ve obligado a sacar parches para poner a salvo su software. Los usuarios nos enfadamos -sí, lo siento, también utilizo Windows- con los traviesos programadores, en vez de leer entrelíneas y descrifrar qué es lo que quieren decirnos. ¡Arriba el software libre!
El verdadero movimiento hacker se corresponde más bien, a mi parecer, con las corrientes románticas y movilizadoras. Melissa, el macrovirus más conocido de los '80, se apoderó del nombre de una bailarina exótica de la que su creador, David L. Smith, se enamoró. Blaster (gran conocido mio y de otros muchos) portaba en su código un mensaje para el mismo Guillermito: "Billy Gates, ¿por qué permites que esto sea posible? Deja de ganar dinero y arregla tu software", además de un arrebato pasional: "Te quiero, San". ¿Quién no se conmueve con esto? Vale, sí, los afectados.
Pensemos, pensemos. Los últimos bacilos lanzados a la Red atacan, exclusivamente, a los sistemas operativos Windows, así pues, lancémonos a la utilización de software de código fuente abierto, veáse Linux. Sí, más complejo y menos visual que las ventanitas del americano, pero más libre, más sano y menos lucrativo.
Desde aquí, prometó ponerme al día con el sistema del finlandés y sus muchos amigos, para demostrar, como bien contaba una parábola bíblica, que David puede vencer a Goliat.