A veces, en el reposo del sofá tras un día sin más, me cuestiono sobre las ironías de la vida. Mientras alcanzan el mundo nuevas personas, otras ni siquiera pueden llegar a serlo. Y, sin embargo, el mundo sigue girando.
El ser humano es capaz de decidir sobre la vida de sus congéneres y, a la vez, le cuesta elegir carne o pescado.
Tal vez, deba simplemente quedarme con la cantinela, y decirme a mi misma que "la vida sigue igual".
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